Ana Maria cuidadora becas Cuidopia

“Cuando cuidaba a mi madre no me daba tiempo ni a tener expectativas”

Ana María, como miles de personas, vivió en su entorno familiar la experiencia de convertirse en cuidadora. Después de cuidar de su madre llegaría la oportunidad de cuidar de las madres de otras. Descubrió así que eso es lo que ella quería hacer: trabajar cuidando. Pero si algo aprendió en el camino era que para cuidar es importante tener una formación.

Dia del Cuidador

Si Ana María tuviese que decir quién ha cuidado más de ella tiene clara su respuesta: su madre. No puede evitar que le nazca una sonrisa al añadir que no solo la cuidó, también le enseñó valores.

Cuando su madre empezó a mostrar los primeros síntomas de una enfermedad degenerativa sus hermanos casi dieron por supuesto que era ella la principal responsable de sus cuidados. Lo hizo con mucho amor y lo mejor que supo. Aprendiendo muchas veces sobre la marcha acerca de qué y cómo hacer. Hace unos meses, cuando estaba en mitad de sus estudios, repasaba esos momentos imaginando cómo podía haberlo hecho mejor aún.

El conocimiento que yo tengo ahora, fíjese si lo hubiese tenido cuando yo estaba con mi madre. Cada vez que pienso, digo yo a mi madre tenía que haberle limpiado así, tenía que haberla duchado así…”.

Quién cuida

Ana María es una de las primeras personas que accedió el noviembre de 2019 a una beca Cuidopía para obtener el Certificado de Profesionalidad en Atención Sociosanitaria a Personas Dependientes.

Hace ya diecisiete años que, después del fallecimiento de su madre, Ana María decidió dejar su Ecuador natal y venir a España en busca de oportunidades de trabajo. Cuando llegó lo primero que consiguió fue un trabajo cuidando niños. Los cuidó durante seis meses y aunque la experiencia fue buena, supo que ese no era el trabajo que le gustaba.

Después probé a trabajar cuidando de una señora mayor, y ahí me di cuenta de que eso sí me gustaba. Encajamos de una. Ella tenía 92 años y me gustaba escuchar sus historias.” Ana María cuidaba y acompañaba a esta mujer y, como dice ella, “se creó un vínculo”. Estuvo cuidando de ella un año y medio, hasta que falleció. “Había mucho cariño. Me costó mucho cuando ella falleció, de repente, desaparecer”. Aquello le sirvió para ver que eso era lo que ella quería hacer: cuidar de personas mayores.

Tras esa experiencia pasó varios años enlazando trabajos en la hostelería y se convirtió en madre. Pero con el tiempo volvió a surgir la oportunidad de cuidar a otra mujer mayor y comenzó de nuevo otra etapa. “Cuidé de ella durante tres años. La acompañaba al médico, la cuidaba y en aquello que ella no podía hacer sola, la ayudaba”.

Fue una de las personas a las que Ana María cuidó la que le animó a estudiar y formarse. “Me dijo, mira, el día de mañana, yo no voy a estar. ¿Por qué no te pones a estudiar?”. Ana María recordaba bien ese consejo cuando cada vez que se presentaba para un trabajo, le preguntaban si tenía titulación. Es entonces cuando, a través de la Fundación Tomillo, conoce la posibilidad de optar a una beca Cuidopía y decide retomar los estudios.

Ana María estudianto

Foto: Cuidopia

De cuidadora familiar a cuidadora profesional

No es una decisión fácil. A la necesidad de compaginar trabajo y formación se suma la de recuperar un hábito de estudio. Ana María vive en una casa que comparte con otra familia, y en su habitación ha creado su espacio de estudio y dispone de un ordenador que le permite seguir la formación online.

Era complicado porque era todo nuevo. Era estudiar, pero también aprender sobre técnicas específicas. Pero me incentivaba aprender qué se necesita para cuidar bien a una persona”.

La crisis sanitaria de la COVID-19 llegó cuando Ana María y las demás alumnas de la I Promoción de becas Cuidopía aún no habían completado su formación. Tanto ella como muchas de sus compañeras no dudaron en responder al llamamiento que se hizo en ese momento para que las personas con formación sociosanitaria se incorporasen a cubrir las múltiples bajas que el coronavirus provocó entre el personal de centros de mayores en ese momento. Ana María estuvo allí y cuidó.

Hoy, trabaja en el Servicio de Atención Domiciliaria cuidando de una mujer que necesita atención especializada. Hoy, terminado su formación, gracias a una beca Cuidopía, Ana María es una profesional de los cuidados.

“He aprendido mucho de las personas que he cuidado: preparación, conocimientos y, sobre todo, agradecimiento”.

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Muchas veces tienes que hacer cosas que son de rutina, como ir al banco, y vas corriendo. En este año me ha cambiado la vida”. La madre de Ana María vive con ella desde hace 8 años, pero fue hace uno cuando empezó a notar que algo no iba bien. Su madre cambiaba cosas de sitio en casa cuando se quedaba sola y después no recordaba que había sido ella, se enfadaba más y empezó a mostrarse desorientada. Ana Mª no quería dejarla sola en casa por las mañanas, pero con su trabajo como profesora y sus hijos estudiando, la logística de cuidados se complicaba. Finalmente solicitaron un programa de respiro familiar y su madre acude de lunes a viernes a un centro de día por las mañanas. Muchas familias como la suya, que cuidan de un familiar dependiente o con discapacidad, necesitan el apoyo y la ayuda de los programas de respiro familiar para conciliar su vida laboral, disponer de tiempo de descanso o para hacer vida social, asegurando los cuidados de su familiar.