Elena y María

Convivencia intergeneracional: mayores y jóvenes comparten piso y cuidados

Se busca compañera de piso”. Nuestro imaginario nos lleva casi de manera automática a alguien joven, todavía estudiante o quizá estrenándose en su primer empleo, que no puede pagar en solitario el coste de un alquiler. Pero, ¿y si se tratase de una persona de más de 65 años, jubilada y que vive en su propia casa? Paliar una situación de soledad no deseada, contar con unos ingresos extra que les permitan acceder a actividades de ocio o retrasar el momento de tener que abandonar su hogar y buscar otros recursos de cuidado, son algunas de las razones que las personas mayores tienen para acercarse a programas de convivencia intergeneracional como ‘Convive’, que impulsa la ONG Solidarios para el Desarrollo, o inscribirse en la plataforma de alquiler ‘Kuvu’, que conecta a personas mayores y jóvenes.

Elena tiene 82 años, María 26. Se llevan casi 40 años y podrían parecer abuela y nieta, pero son compañeras de piso. María llegó a principios de 2022 a Madrid desde Colombia para estudiar un Máster en Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid y buscaba una opción de alquiler más económica. Elena vivía sola en su piso de Madrid y quería tener alguien que le hiciese compañía, pero manteniendo su libertad y su independencia. Ambas se pusieron en contacto con el programa de convivencia intergeneracional ‘Convive’ que impulsa la ONG Solidarios para el Desarrollo en varios municipios de Madrid y donde colaboran tanto el Ayuntamiento de la capital como las universidades públicas de la Comunidad.

Vídeo: Solidarios Para el Desarrollo
Vídeo: Solidarios para el Desarrollo

“Quería tener compañía, pero no todo el día. También quería tener mi libertad y mi independencia”. Elena, 82 años. Usuaria del programa ‘Convive’.

Desde 1995, cuando se puso en marcha el programa ‘Convive’, se han gestionado con éxito más de 2.500 convivencias como la de Elena y María. El Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, estima que en 2016 en España el 11,6% de las personas vivían en situación de soledad no deseada, porcentaje que aumentó a 18,8% en los meses posteriores a la pandemia en 2020 siendo un total de 4.849.900 las personas que actualmente viven solas en España. “Vimos un pico en la demanda de atención a salud mental y en la necesidad de apoyo emocional, ese cuidado que no todo el mundo tiene cercano”, explicaba en aquel momento Juan Jesús Hernández, Técnico del Área de Conocimiento de Salud de Cruz Roja.

Mujer mirando el móvil
Foto: Adobe Stock

Aunque la creencia mayoritaria es que es la población mayor quien más vive esta situación, Cruz Roja estima que tanto el 30% de las personas mayores como el 30% de las jóvenes se ven igualmente afectadas por la soledad no deseada.

Cómo funciona una convivencia intergeneracional

Jon (24 años), Eduardo (29 años) y Haize (24 años) son jóvenes, socios y emprendedores. Durante meses analizaron diferentes estudios sobre la situación de las personas mayores en nuestro país y de los jóvenes que buscaban poder independizarse. “Empezamos a investigar cómo mejorar la calidad de vida de las personas mayores y nos encontramos que la soledad no deseada era un problema muy importante para ellas y que la perspectiva era que cada vez sea mayor porque vivimos más y lo hacemos principalmente en ciudades superpobladas”, explica Jon. Fue entonces, en abril de 2019, cuando decidieron poner en marcha su proyecto, ‘Kuvu’, una plataforma digital de alquiler que conecta a personas mayores con personas jóvenes de forma segura.

A diferencia del programa ‘Convive’, donde el estudiante universitario que accede a una convivencia no paga un alquiler por la habitación y solo comparte los gastos, en la plataforma ‘Kuvu’ sí existe esta aportación económica en forma de alquiler, aunque suele ser una cuantía por debajo del mercado. Otra de las diferencias que se dan entre ambos proyectos es el compromiso explícito de acompañamiento. Mientras en ‘Kuvu’ esto no es algo que se impone, aunque Jon asegura que en la mayoría de los casos sucede de manera natural, el programa ‘Convive’ sí establece una serie de compromisos para los estudiantes: pasar unas 2 o 3 horas diarias con la persona mayor acompañándola o realizando actividades que ambos acuerden y estar en el domicilio a las 22:30h. salvo el día de la semana de libre disposición.

Persona mayor mirando por la ventana
Foto: Kuvu

“Teníamos a personas mayores viviendo solas con habitaciones libres y personas jóvenes que no podían emanciparse, así que conectamos esas dos problemáticas”. Jon Ander Fernández, cofundador de Kuvu.

El perfil de la mayoría de las personas mayores que acceden a estos proyectos de convivencia intergeneracional es similar. Personas mayores de 65 años en su mayoría, muchas veces recientemente jubiladas, autónomas, que viven solas y buscan compañía. En el caso de ‘Kuvu’ se añade, además, la posible búsqueda de un ingreso extra. “Muchas de las personas mayores que acceden a Kuvu son activas, les gusta viajar y manejan las tecnologías. El ingreso del alquiler les permite en muchos casos mejorar su ocio y acceder a viajes y actividades. No solo paliamos la soledad no deseada, sino que la prevenimos porque facilitamos la posibilidad de que mejoren sus relaciones sociales”, asegura Jon. Desde el portal “Más que abuelos”, insisten también en los beneficios que una vida activa tiene en las personas mayores recordando que la buena salud no significa únicamente vivir una vida más larga, sino una vida más plena y mejor. En otros casos, sin embargo, son los familiares quienes animan a las personas mayores menos activas a probar esta convivencia con el objetivo de paliar una situación de soledad. “No hace falta estar todo el día juntos para que la persona mayor esté más activada. La convivencia les motiva a salir de manera individual y comentar luego lo que han hecho con el estudiante”, explica Marco Böcker, responsable del programa ‘Convive’.

Isabel y Agustín, compañeros de piso
Isabel y Agustín, compañeros de piso. Foto: Solidarios para el Desarrollo

 

“Gran parte de las cosas que disfrutamos las hacemos con otras personas. El hecho de contar con alguien mantiene a las personas mayores con otro ánimo”. Marco Böcker, responsable del programa ‘Convive’

El caso de Isabel y Agustín, compañeros de piso en Madrid, no es el más común. Según Solidarios para el Desarrollo, 9 de cada 10 participantes mayores en el programa son mujeres, y muchas prefieren convivir con otra mujer. El perfil de los jóvenes, estudiantes universitarios entre 18 y 36 años y matriculados en alguna de las universidades que participan en el programa, se divide casi a partes iguales entre jóvenes que proceden de otras provincias españolas y de países extranjeros, principalmente latinoamericanos. En ‘Kuvu’, sin embargo, los jóvenes que solicitan el alquiler de una habitación son tanto estudiantes de master y doctorado como jóvenes que se mudan a otra ciudad por motivos laborales o quieren independizarse. “Hemos tenido algún caso también de convivencia entre personas mayores porque muchas veces se encuentran con dificultades para afrontar solas un alquiler, y algunas asociaciones de jóvenes tutelados también se han interesado por este modelo de convivencia”, explica Jon. Desde Solidarios para el Desarrollo también comparten otros casos de convivencia extraordinarios. “En los últimos años se han incluido algunas situaciones particulares de parejas donde uno de los dos es cuidado y la otra persona es la cuidadora. Y precisamente esa persona cuidadora, que suele ser la mujer, vive en situación de soledad. Es lo que sucedió hace un tiempo con una señora que vivía con un hijo con discapacidad intelectual que era dependiente, y ambos estuvieron conviviendo con un estudiante”, cuenta Marco.

Cuidados antes, durante y después de la convivencia

Tanto en el programa ‘Convive’ como en la plataforma de alquiler ‘Kuvu’ tienen claro que hay que cuidar el proceso desde el inicio y durante todas las etapas de la convivencia. Solidarios para el Desarrollo cuenta con un primer formulario de inscripción que deben rellenar los estudiantes que quieran acceder al programa. Pero, además, hay otra serie de criterios más subjetivos que evaluar. “Buscamos un perfil de estudiante específico. Que valore mucho estar en un hogar tranquilo para estudiar, que valore la ayuda para los estudios que tiene contar con un hogar y un apoyo como este, y que sea alguien dispuesto a comprometerse con los acuerdos que implican cierta renuncia en cuanto a los horarios. Valoramos el proyecto de vida y a nivel social y de estudio que tiene el estudiante, sus habilidades sociales, la capacidad de conversación y sus herramientas para resolver cualquier tipo de diferencia que pueda surgir en la convivencia”.

José y Manuel, compañeros a través del programa ‘Convive’
José y Manuel, compañeros a través del programa ‘Convive’. Foto: Solidarios para el Desarrollo

En ‘Kuvu’ también cuentan con un test de compatibilidad que tanto quienes buscan como quienes ofrecen alquiler, deben completar. El objetivo es identificar con esa información y a través de entrevistas personales qué personas pueden ser más compatibles para la convivencia. Después, a lo largo del proceso de convivencia, ambos proyectos realizan un seguimiento de la convivencia. “No hay que idealizarlo, es una experiencia que enriquece, pero también pueden darse las dificultades que puede tener cualquier convivencia: alguna diferencia, gestionar algún conflicto, hacer ajustes…”, insiste el responsable del programa ‘Convive’. Si eso ocurre, ambos equipos acompañan, tratan de mediar, ayudan a gestionarlas o, llegado el caso, buscan otra opción de convivencia.

Según la experiencia de Marco y Jon, los beneficios que tiene este tipo de convivencia son rápidamente visibles. “Una cosa casi automática, es el beneficio que supone para estas personas mayores el hecho de estar acompañados por la noche. Saber que hay una persona en la otra habitación, que no están solos con 80 años en la casa, mejora de manera casi automática la calidad del sueño y, por tanto, la calidad de vida. Marco Böcker destaca también que muchos mayores retoman hábitos que habían abandonado por el hecho de estar acompañados, como cocinar por la noche, y que suelen planificar más actividades y poner más atención en su cuidado personal.

“Lo fundamental es la relación, es la experiencia que se construye con la persona mayor. Y para eso hay que dedicarle un tiempo”. Marco Böcker, responsable del programa ‘Convive’

Pero no solo salen ganando las personas mayores, los jóvenes también sienten los beneficios que reciben de este tipo de convivencia. En general, manifiestan la sensación de sentirse acogidos, en especial quienes vienen de otros países y encuentran en su compañero o compañera de piso un contacto directo con las tradiciones, las costumbres y la historia del lugar donde viven. No son pocos los casos en los que además han encontrado en sus compañeros de piso quien les cuidase cuando lo han necesitado. Como Camila, una joven ecuatoriana que llegó a Bilbao para estudiar Psicología y encontró a través de ‘Kuvu’ a su compañera de piso María, jubilada. Durante las primeras semanas de convivencia Camila enfermó y tuvo que estar hospitalizada durante más de una semana. María acudía a visitarla cada día y le llevaba cosas que cocinaba para ella para que no se sintiese sola en una ciudad donde prácticamente acababa de aterrizar. María y Camila fueron compañeras de piso durante dos años más.

Cuando llega el momento de la despedida, también es necesario ejercer cuidados. En muchos casos las personas que han convivido siguen en contacto, viajan y se visitan, como uno de los casos que relata Marcos donde recuerda que la persona mayor viajó a Brasil varias veces a visitar al joven estudiante con el que había compartido su casa, una de ellas para asistir a su boda.

La inmensa mayoría de las personas mayores repite. Dejan de participar, sobre todo, cuando la edad o una situación concreta de dependencia les obliga a buscar otro tipo de recurso de cuidados. Las experiencias son muy positivas”, concluye Marco.

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