Niños jugando en unos campamentos inclusivos

Campamentos, ocio y naturaleza para niños con discapacidad

Llega el verano y, ya sea por buscar un espacio donde estar en contacto con la naturaleza, por relacionarse con otros niños, o por un tema de conciliación, muchas familias buscan un campamento. Pero, ¿qué sucede si los niños tienen alguna discapacidad o necesidades especiales? ¿Qué retos o dificultades se encuentran estas familias para facilitar el ocio, el derecho al juego y las necesidades de cuidado que tienen sus hijos? En entidades como ASDIVI y la Fundación También conocen muy bien cómo lograr espacios de ocio y tiempo libre adaptados e inclusivos.

Los campamentos de verano o los campamentos urbanos son para muchas familias una herramienta para la conciliación familiar pero, además, son un espacio que permite a niños disfrutar de actividades de ocio saludable, fomentar las relaciones sociales y reforzar valores de convivencia, respeto y solidaridad. Muchas familias, a la hora de seleccionar estos espacios, tienen en cuenta factores como la cercanía a su domicilio, el tipo de actividades que se van a realizar o los beneficios que puede tener un período de tiempo en contacto con la naturaleza. Para las familias con hijos con discapacidad, estos factores quedan supeditados a otros que se vuelven prioritarios como es la accesibilidad del espacio, si existen rampas, que el ancho de las puertas de los servicios permita el paso de una silla de ruedas, que tenga disponible un servicio de enfermería permanente, y que cuenten con personal especializado o con dedicación exclusiva para su hijo o hija.

Chicos con discapacidad acariciando un caballo en los campamentos inclusivos
Foto: Asociación ASDIVI

Todos los niños y niñas tienen derecho a ser cuidados, pero las familias con niños con discapacidad encuentran más dificultades para que sus hijos accedan a este tipo de espacios y actividades de ocio, lo que vulnera su Derecho al juego, reconocido en la Convención de los Derechos del Niño aprobada por las Naciones Unidas, que reclama “el derecho al esparcimiento, al juego y a participar en actividades artísticas y culturales”. Según recoge el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) en su ‘Informe Derechos Humanos y Discapacidad. Informe España 2021’, la mitad del alumnado con discapacidad no participa nunca o casi nunca en actividades de ocio (ocio y tiempo libre, actividades deportivas, etc.), y solo el 20% lo hace de forma habitual.

Ocio, naturaleza y discapacidad

“Hemos notado que después de la pandemia ha costado mucho que algunos chicos y chicas volviesen a salir. Muchos retrocedían a nivel de comunicación, tenían más brotes psicóticos… Necesitan estar en contacto con el exterior y la naturaleza”, explica Luis Royo, vicepresidente de la Asociación ASDIVI (Associació per a la inclusió de les persones amb diversitat funcional de Viladecans) y padre de una hija con discapacidad. Sin embargo, encontrar en su entorno cercano actividades de ocio, tiempo libre y en contacto con la naturaleza adaptadas a las necesidades como las que tiene su hija, no son fáciles para las familias con hijos con discapacidad. Si hablamos de discapacidad severa, las necesidades de cuidado son aún mayores, y la inclusión se dificulta aún más, explica.

ASDIVI nació hace más de 30 años en Viladecans, fruto de la inquietud de familias con hijos e hijas con discapacidad, ante la falta de recursos adaptados que había en su entorno y con la intención de facilitar el ocio. Hoy su misión es más amplia: promover la integración plena y la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual. Y dentro de este objetivo, las actividades de ocio y tiempo libre tienen una importancia significativa. “Si no tuvieran estas actividades, no tendrían grupo de amigos fuera de su ámbito. Tienen un sentimiento de pertenencia. Si no fuera así, harían siempre actividades con los padres, y lo que buscamos es que puedan ser cada vez más autónomos y el ocio les facilita ese aprendizaje”, explica Luis.

Chicos y chicas bailando en los campamentos inclusivos
Foto: Asociación ASDIVI

“Las actividades de ocio y tiempo libre permiten a nuestros hijos e hijas con discapacidad tener grupos de amigos, crean un sentido de pertenencia y favorecen su autonomía”. Luis Royo, vicepresidente de ASDIVI

Además de las actividades de ocio periódicas, se fomentan otras puntuales como la iniciativa “Yo también bailo”, que les permitió no solo acceder a clases de baile con una profesora particular, sino experimentar una estancia de fin de semana en un hotel donde aprovecharon para seguir con las clases y vivir la experiencia de una convivencia fuera del entorno familiar como hacen otros muchos jóvenes de su edad. Para que actividades así puedan realizarse, estos jóvenes necesitan el cuidado y el apoyo de monitores especializados.

ASDIVI organiza en verano campamentos en entornos de naturaleza. Salir del ámbito urbano donde habitualmente viven estos jóvenes, permite despertar sus sentidos, disfrutar del paisaje, activar los sentidos y tener una sensación de libertad que fomenta también la conexión con los demás.

Campamentos inclusivos, ¿qué son?

Chicos en barcas en los campamentos inclusivos
Foto: Campamento inclusivo de la Fundación También

“A partir de cierto grado de discapacidad o necesidad concreta, muchos campamentos no admiten a estos niños y niñas”, explica Miguel Ángel Pérez, responsable del equipo de Coordinación de la Fundación También. Esta entidad social tiene como objetivo la inclusión social de personas con discapacidad a través de actividades deportivas y el fomento de valores. “Generamos contextos de inclusión donde personas con y sin discapacidad hagan actividades juntos. Usamos el deporte como herramienta para compartir de un modo positivo y que las personas con discapacidad ganen autonomía y confianza.”

En el año 2012, y fruto de la demanda de las familias con las que trabajaban, decidieron organizar el primer campamento de veranocon una convivencia de una semana en la sierra de Madrid. “Fue un éxito, repetimos y un par de años después nos atrevimos a ir a Orense a un espacio con un entorno en la naturaleza, con un lago al pie del albergue”. Encontrar un espacio adaptado es imprescindible para poder organizar una actividad de este tipo. “La accesibilidad universal y total debe ser un objetivo a largo plazo, pero tenemos que ser realistas. No siempre encontramos espacios adaptados. Buscamos sitios donde las sillas entren con cierta holgura, que el ancho de las puertas permita entrar, que haya el menor número de escalones posibles o que haya una alternativa de accesibilidad, y que la propia instalación colabore. Cuando empezamos a ir al albergue de Orense en las duchas había un escalón, pero 2 años después ampliaron un poco la puerta y quitaron el escalón. A veces es muy fácil mejorar la accesibilidad, por eso es necesario que la gente con discapacidad se mueva y se vea que son potenciales clientes.”

Niños y niñas en silla de ruedas jugando en los campamentos inclusivos
Foto: Campamento inclusivo de la Fundación También

Los campamentos urbanos y los campamentos de vela y multiactividad que organizan la Fundación También son inclusivos y en ellos participan cada año alrededor de 100 niños con y sin discapacidad. Todas las actividades son integradoras, abiertas y adaptadas a distintos niveles de discapacidad. “Si queremos una sociedad inclusiva tenemos que hacer actividades inclusivas”. Miguel Ángel reconoce que esto supone un sobreesfuerzo; hay que ver con las familias y los niños qué necesidades tienen, cómo pueden cubrirlas y cómo compaginar la participación de unos y otros. Cuentan con material adaptado y lo usan todos, tanto el que tiene necesidad como el que no. “De repente hay niños jugando al baloncesto en una silla de ruedas que no saben cómo hacer y ven que otro compañero encesta desde su silla”. Existe un objetivo de sensibilización y de empatía que permita ponerse en el lugar del otro, pero, sobre todo, “queremos que se lo pasen bien, que es lo que quieren todos los niños y niñas que van a un campamento en verano.

“Tenemos mucho material adaptado de diferente tipo, sobre todo dirigido a discapacidades físicas, pero también cuidamos otros temas metodológicos que llamen la atención y fomenten la participación de todos, niños y niñas con y sin discapacidad”. Miguel Ángel Pérez, responsable de coordinación de Fundación También

Cuidados en un campamento inclusivo

Monitores de campamentos inclusivos
Foto: Campamento inclusivo de la Fundación También

Además de la adaptación de actividades y materiales, existen otro tipo de cuidados que se preparan de cara a este tipo de campamentos inclusivos. “Contamos con asistencia sanitaria para el control de medicación, sondajes o necesidades especiales que se puedan necesitar y que se preparan previamente. La enfermera contacta con la familia para conocer las necesidades y prepararlo todo, lo que requiere de una cercanía y una comunicación con la familia”, indica Miguel Ángel, que explica que muchas familias son reticentes al comienzo a enviar a sus hijos a estos campamentos. Sin embargo, una vez regresan, las propias familias transmiten la actitud positiva y, en muchos casos, el avance en la autonomía que han percibido en sus hijos después del campamento.

 

Niños y niñas en silla de ruedas jugando en los campamentos inclusivos
Foto: Campamento inclusivo de la Fundación También

Los cuidados aquí también tienen mucho que ver con la parte psicológica, no sólo la física. Uno de los objetivos de estos campamentos inclusivos es fomentar la autonomía personal de los niños y jóvenes con discapacidad. “Si necesitas ayuda, te ayudarán los monitores, pero se fomenta la responsabilidad personal, que sean conscientes de que conviven con chicos que tienen otras necesidades diferentes a las que tienen cada uno de ellos, tengan o no una discapacidad”, insiste Miguel Ángel. En este sentido, la labor de los monitores y monitoras es fundamental, y con ese mismo objetivo de la inclusión, siempre hay monitores con discapacidad como parte del personal. “Tenemos chicos como Adri que empezó en los primeros campamentos como asistente y que ahora participa como monitor para dar apoyo”. Adrián tiene ahora 27 años y este verano será la quinta vez que repita como monitor en el campamento. Con una discapacidad física de nacimiento, es un apasionado del deporte, juega al baloncesto a nivel de alto rendimiento y ha terminado su formación universitaria en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. “Estar en el campamento es su forma de devolver un poco lo que él recibió de pequeño viniendo a los campamentos, pero además es un referente para todos los niños y niñas y representa los valores que queremos inculcar”.

Para los niños sin discapacidad que acuden a estos campamentos inclusivos, esta es una oportunidad de conocer y entender la diversidad. Miguel Ángel explica que los niños sin discapacidad enseguida perciben que los niños con discapacidad también son muy activos y notan cómo quieren participar y ayudar. “Esta experiencia fomenta en ellos una serie de valores que en este contexto salen de manera natural. Si tengo capacidad de echarte una mano, lo hago”. Y, una de las cosas más importantes, “aprenden el valor de la diversidad entendiendo que no todo el mundo vive la vida de la misma manera”. Aunque, como concluye Miguel Ángel, “el éxito principal del campamento es que quieren repetir. Y lo hacen”.

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